Tampoco es tan inverosímil.
Nuestros carruajes eran tirados por infinidad de caballos alemanes.
Habitábamos en palacios construidos con letras y hormigón.
Bufones de 42 pulgadas y mensajeros vestidos de Coltán.
Ambrosia destilada por Ferranes y Adrianes en nuestras mesas.
Bolsas de oro plastificado, livianas, encantadoras y peligrosas.
Opulencia en el eter de números fosforescentes.
Ahora ya no somos nobles, desapareció el espejismo de "Mundo Justo".
Lo material ya no se materializa y a lo espiritual le cuesta respirar.
Pero el sistema no sabe una cosa...
Podremos dejar de comprar, pero jamás dejaremos de pensar,,,